Ivan Neva
Prólogo
Tras la sequía de talento en el cine del pasado verano, llegamos al otoño más prometedor de los últimos años. Varias cintas coinciden en las primeras vueltas de la intrépida carrera hacia los Óscars.
Desde España, encantado de colaborar con Beto en su web “en10puntos”, llevo a todo el mundo una producción de mi país que, espero, sea de vuestro agrado:
Los españoles tenemos que contentarnos con la posibilidad de enviar una película como nominada a la “Mejor película de habla no inglesa”, pero el caso es que nuestro cine vuelve a albergar algún hilo de esperanza con los rotundos éxitos de “El niño” y “La isla mínima”.
Y de este carrusel de apetecibles largometrajes de todo género, me decidí a ver uno de mis temas favoritos: thriller policíaco sobre la resolución de unos crímenes. La satisfacción que sentí al salir de la sala es proporcional a las altas expectativas que tenía depositadas en la obra de Alberto Rodríguez, lo que le otorga aún más valor.
Bebiendo de la magistral y reciente miniserie “True detective”, con planos, personajes y trama similares, “La isla mínima” demuestra una vez más que si queremos, podemos.
Crítica
El director de la espantosa “7 vírgenes”, y de “Equipo 7”, Alberto Rodríguez, acaba de filmar su mejor película, lo cual puedo afirmar abiertamente sin necesidad de ver toda su filmografía.
Las localizaciones que nos propone están en las antípodas de lo que el género policíaco nos acostumbra. La sangre española nos tira, y la primera escena en la habitual feria de pueblo andaluz habla por sí sola, así como las sucesivas referencias a la comida o a la bebida, escenas personificadas especialmente en el personaje interpretado por Javier Gutiérrez.
La gente del campo, de la pesca y de la caza, sus hablas, sus costumbres, todas medidas escrupulosamente para sentir que estás allí. Me gustaría conocer la opinión de gente no andaluza, para contrastar con mi percepción personal, como andaluz, sobre estos personajes: me parecieron divertidos, en el sentido de que los puedo situar sin ningún problema por ser tan cercanos a mí. No sé si la intención del director era sacarnos unas sonrisas en una película tan oscura (me da la impresión de que sí), pero el caso es que lo consiguió, a modo particular.
Cuando te acostumbras a ver películas y series en inglés, te das cuenta de que las interpretaciones son aún más auténticas cuando uno las ve en versión original. Esta vez no tenemos que forzar el oído ni leer subtítulos, sino simplemente disfrutar de la sonoridad de nuestra lengua en diferentes tonos y dialectos, con el incentivo de mantenernos en un marco diferente al de la comedia, que es al que nos tienen acostumbrados en este país.
Todo lo que leí, escuché y vi acerca de la interpretación de Javier Gutiérrez se queda en pañales si lo comparamos con la soberbia actuación que realiza. Absolutamente genial de principio a fin. Si por mí fuera, ya deberían estar envolviendo la figurita de Goya en una caja con destino a su domicilio. Su brillantez es aún más palpable cuando todos le asociamos como el simpático “Joselico” de “Los Serrano”. Lejos, muy lejos, de su habitual papel (cómico), ahí es donde se ve a un verdadero artista.
La historia se engrandece con su presencia, y conforme él evoluciona, con sus miradas perdidas y sus amenazas encolerizadas, todo va sobre ruedas.
De lo que nadie me habló fue del sobresaliente trabajo de Raúl Arévalo, el joven policía compañero del anterior. Al igual que Gutiérrez, su trayectoria (“Primos”, “La gran familia española”, “Con el culo al aire”) está focalizada en el humor. Pero no por ello deja de lucirse en “La isla mínima”, en la que su semblante serio y cabreado le concede el carácter que una macabra historia de crímenes necesita.
El guión tiene la virtud de presentar una solidez aplastante en la parte más compleja de cualquier historia: el nudo. Así como la introducción es, quizás, demasiado precipitada, y el desenlace algo confuso, hemos de admitir que el suspense español nunca fue tan profesional desde la “Tesis” de Amenábar.
La banda sonora es ese olvidado acompañamiento que distingue las películas buenas de las magistrales. “La isla mínima” no deja de ser un notable alto por culpa de la banda sonora. Acertada, ligera, tan llena de paz como los campos donde transcurre la historia, pero en ningún caso reveladora. Aunque quizás se justifiquen por la trascendencia que le otorgan a las interpretaciones, los silencios son demasiado constantes, ¡y así uno no puede comer palomitas sin molestar al de al lado!
Por último, se quedan con un 9/10 la fotografía y la ambientación, junto a la interpretación y la dirección, los pilares fundamentales sobre los que se erige el éxito de la obra.
La fotografía de “La isla mínima” es una de las más asombrosas que he visto, apostando por los planos cenitales desde los créditos iniciales hasta los finales, y mostrando belleza visual como excusa hacia la explicación de las localizaciones.
Me explicaré mejor. Todo se ve desde arriba: campos, lagos, flamencos revoloteando, carreteras, desiertos..., contribuyendo a que el espectador comprenda mejor dónde estamos. Si esta ayuda argumental, además, va unida a unas imágenes que contribuyen al buen arte, sólo queda levantarse y aplaudir.
Epílogo
Después de tanta reflexión, me he dado cuenta de que nada me he dejado en el tintero, por lo que este epílogo sólo me sirve para invitaros, definitivamente, a ir al cine a contemplar el poco cine de calidad que nuestro presupuesto y cultura puede ofrecer.
¿Por qué digo lo de “nuestra cultura”? Me refiero a lo que ya he mencionado durante la crítica, y es a esa constante manía por comediar y sexualizar todo lo que tenga la bandera de España delante. Cambiando un poco la mentalidad, buscando otro tipo de cine más serio, oscuro y profesional, se puede sorprender.
Y así ha sido. “La isla mínima” es de esas que perdurarán con el paso del tiempo.
________________________________________________________________________________
Prólogo
Tras la sequía de talento en el cine del pasado verano, llegamos al otoño más prometedor de los últimos años. Varias cintas coinciden en las primeras vueltas de la intrépida carrera hacia los Óscars.
Desde España, encantado de colaborar con Beto en su web “en10puntos”, llevo a todo el mundo una producción de mi país que, espero, sea de vuestro agrado:
Los españoles tenemos que contentarnos con la posibilidad de enviar una película como nominada a la “Mejor película de habla no inglesa”, pero el caso es que nuestro cine vuelve a albergar algún hilo de esperanza con los rotundos éxitos de “El niño” y “La isla mínima”.
Y de este carrusel de apetecibles largometrajes de todo género, me decidí a ver uno de mis temas favoritos: thriller policíaco sobre la resolución de unos crímenes. La satisfacción que sentí al salir de la sala es proporcional a las altas expectativas que tenía depositadas en la obra de Alberto Rodríguez, lo que le otorga aún más valor.
Bebiendo de la magistral y reciente miniserie “True detective”, con planos, personajes y trama similares, “La isla mínima” demuestra una vez más que si queremos, podemos.
Crítica
El director de la espantosa “7 vírgenes”, y de “Equipo 7”, Alberto Rodríguez, acaba de filmar su mejor película, lo cual puedo afirmar abiertamente sin necesidad de ver toda su filmografía.
Las localizaciones que nos propone están en las antípodas de lo que el género policíaco nos acostumbra. La sangre española nos tira, y la primera escena en la habitual feria de pueblo andaluz habla por sí sola, así como las sucesivas referencias a la comida o a la bebida, escenas personificadas especialmente en el personaje interpretado por Javier Gutiérrez.
La gente del campo, de la pesca y de la caza, sus hablas, sus costumbres, todas medidas escrupulosamente para sentir que estás allí. Me gustaría conocer la opinión de gente no andaluza, para contrastar con mi percepción personal, como andaluz, sobre estos personajes: me parecieron divertidos, en el sentido de que los puedo situar sin ningún problema por ser tan cercanos a mí. No sé si la intención del director era sacarnos unas sonrisas en una película tan oscura (me da la impresión de que sí), pero el caso es que lo consiguió, a modo particular.
Cuando te acostumbras a ver películas y series en inglés, te das cuenta de que las interpretaciones son aún más auténticas cuando uno las ve en versión original. Esta vez no tenemos que forzar el oído ni leer subtítulos, sino simplemente disfrutar de la sonoridad de nuestra lengua en diferentes tonos y dialectos, con el incentivo de mantenernos en un marco diferente al de la comedia, que es al que nos tienen acostumbrados en este país.
Todo lo que leí, escuché y vi acerca de la interpretación de Javier Gutiérrez se queda en pañales si lo comparamos con la soberbia actuación que realiza. Absolutamente genial de principio a fin. Si por mí fuera, ya deberían estar envolviendo la figurita de Goya en una caja con destino a su domicilio. Su brillantez es aún más palpable cuando todos le asociamos como el simpático “Joselico” de “Los Serrano”. Lejos, muy lejos, de su habitual papel (cómico), ahí es donde se ve a un verdadero artista.
La historia se engrandece con su presencia, y conforme él evoluciona, con sus miradas perdidas y sus amenazas encolerizadas, todo va sobre ruedas.
De lo que nadie me habló fue del sobresaliente trabajo de Raúl Arévalo, el joven policía compañero del anterior. Al igual que Gutiérrez, su trayectoria (“Primos”, “La gran familia española”, “Con el culo al aire”) está focalizada en el humor. Pero no por ello deja de lucirse en “La isla mínima”, en la que su semblante serio y cabreado le concede el carácter que una macabra historia de crímenes necesita.
El guión tiene la virtud de presentar una solidez aplastante en la parte más compleja de cualquier historia: el nudo. Así como la introducción es, quizás, demasiado precipitada, y el desenlace algo confuso, hemos de admitir que el suspense español nunca fue tan profesional desde la “Tesis” de Amenábar.
La banda sonora es ese olvidado acompañamiento que distingue las películas buenas de las magistrales. “La isla mínima” no deja de ser un notable alto por culpa de la banda sonora. Acertada, ligera, tan llena de paz como los campos donde transcurre la historia, pero en ningún caso reveladora. Aunque quizás se justifiquen por la trascendencia que le otorgan a las interpretaciones, los silencios son demasiado constantes, ¡y así uno no puede comer palomitas sin molestar al de al lado!
Por último, se quedan con un 9/10 la fotografía y la ambientación, junto a la interpretación y la dirección, los pilares fundamentales sobre los que se erige el éxito de la obra.
La fotografía de “La isla mínima” es una de las más asombrosas que he visto, apostando por los planos cenitales desde los créditos iniciales hasta los finales, y mostrando belleza visual como excusa hacia la explicación de las localizaciones.
Me explicaré mejor. Todo se ve desde arriba: campos, lagos, flamencos revoloteando, carreteras, desiertos..., contribuyendo a que el espectador comprenda mejor dónde estamos. Si esta ayuda argumental, además, va unida a unas imágenes que contribuyen al buen arte, sólo queda levantarse y aplaudir.
Epílogo
Después de tanta reflexión, me he dado cuenta de que nada me he dejado en el tintero, por lo que este epílogo sólo me sirve para invitaros, definitivamente, a ir al cine a contemplar el poco cine de calidad que nuestro presupuesto y cultura puede ofrecer.
¿Por qué digo lo de “nuestra cultura”? Me refiero a lo que ya he mencionado durante la crítica, y es a esa constante manía por comediar y sexualizar todo lo que tenga la bandera de España delante. Cambiando un poco la mentalidad, buscando otro tipo de cine más serio, oscuro y profesional, se puede sorprender.
Y así ha sido. “La isla mínima” es de esas que perdurarán con el paso del tiempo.
________________________________________________________________________________
VALORACIONES
- Interpretación y dirección: 9/10
- Guión: 8/10
- Banda sonora: 6/10
- Fotografía y ambientación: 9/10
Nota objetiva (media de las valoraciones): 8/10
Nota subjetiva: 8/10
- Interpretación y dirección: 9/10
- Guión: 8/10
- Banda sonora: 6/10
- Fotografía y ambientación: 9/10
Nota objetiva (media de las valoraciones): 8/10
Nota subjetiva: 8/10